Es un grupo de estudiantes que tienen un objetivo común y que se organizan para realizarlo apoyándose unos a otros. En el Aprendizaje Colaborativo, todos los estudiantes están al tanto de lo que el grupo va desarrollando y aportan al desarrollo aquello que sus capacidades le permiten. A su vez, aquellos estudiantes que presentan problemas de comprensión y asimilación, encuentran soporte y ayuda en el grupos, con el fin de que todos participen activamente en la realización del objetivo fijado.
El Aprendizaje Colaborativo suele confundirse con el Cooperativo. Ambos parten del paradigma constructivista, pero enfocan las tareas de forma diferente. El Aprendizaje Cooperativo analiza las tareas necesarias y las reparte para que cada miembro realice aquello que le ha sido asignado. Es necesario crear unos estándares previos, para que lo realizado por cada participante pueda ser convenientemente incorporado al objetivo general.
Es frecuente hacerse una serie de preguntas cuando se realizar grupos para desarrollar dinámicas colaborativas:
- Número de alumnos mínimo y máximo. No existen unas reglas fijas para determinar el número de componentes idea de un grupo de Aprendizaje Colaborativo. Se puede pensar que con cuatro personas empieza a ser posible una colaboración más eficaz, pero en determinadas dinámicas se podría pensar en grupos de dos o tres personas. El número máximo es a partir del que el grupo sufriría una tendencia de divagar por ser complicada la comunicación activa entre todos sus miembros. Cuanta mayor sea la tendencia a la divagación, es mejor tener un menos número de estudiantes. Mi experiencia práctica en estudios superiores, que el límite es de 6-8 personas. Pero para dinámicas que generen menor divagación, se puede pensar en un límite un poco superior.
- Composición del grupo. Es interesante que los grupos sean conscientes de las condiciones de las personas que lo forman, por lo que se pueden hacer algunas pruebas previas para determinar el perfil de cada estudiante. Con estas pruebas se pueden proponer los componentes del grupo y determinar posibles problemas en la dinámica interna de los mismos. ¿Qué pruebas se pueden plantear? Se puede plantear alguna prueba que determine aspectos como: conocimientos previos de la materia sobre la que se va a trabajar, predisposición a la organización y liderazgo, roles en los que cada estudiante se siente más cómodo.
- ¿Es necesario que existan roles diferenciados dentro del grupo? Esta decisión depende del número de integrantes y de la naturaleza de la dinámica colaborativa que se desarrolla. Si hay suficientes integrantes y la dinámica requiere de aportaciones diferenciadas, puede ser positivo que se asignen roles a cada estudiante. Ahora, la asignación de un rol no puede significar que el estudiante se ocupe únicamente de ese rol, delegando todo lo demás en otros participantes. Quien tiene un rol determinado es el responsable de hacer que todos los demás desarrollen su actividad de forma consistente y exitosa.
- Grado de organización previa de la actividad colaborativa. Se puede pensar en desarrollar una dinámica que esté plenamente planificada por parte del docente/instructor o dejar que los estudiantes desarrollen la planificación correspondiente. Así mismo, se puede planificar parcialmente, cuando se estime que esto redundará en la optimización de la dinámica propuesta. Determinar el planteamiento previo de la actividad conlleva un diseño profundo y la aplicación de experiencias previas realizadas en grupos similares.
- Evaluación de la dinámica. Para que la evaluación sea efectiva, se debería de plantear tanto de forma individual como de grupo, además de plantearse de forma sumativa y formativa. La evaluación formativa debería de plantearse de forma continua, dejando claro en qué momento se realizará y cómo será valorado lo que realizado hasta ese momento.
- En caso de que aparezcan disfunciones en el desarrollo de la dinámica, ¿Qué se puede hacer? La evaluación continua debería hacer posible la detección precoz de disfuncionalidades y darnos la posibilidad de actuar para corregir aquello que no está funcionando bien. A veces, las difuncionalidades quedan ocultas y sólo dan la cara cuando el tiempo empieza a ser escaso. En el caso de que tengamos este tipo de problemas hay que verlo más como una oportunidad formativa que como un fracaso. Las competencias requeridas para el trabajo en grupo colaborativo se sustentan en que los participantes sean conscientes y responsables del proceso. Cuando esto no funciona, es el momento de analizar qué ha pasado y cómo deben de actuar los integrantes del grupo para que no vuelva a suceder. Como es lógico, un problema de este tipo, debe producir que la evaluación sumativa se vea seriamente afectada.
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